En la actualidad, se encuentra a la orden del día el uso constante de las redes sociales e internet. Cada vez se inician en su manejo personas más jóvenes con rangos menores de edad, lo que sin duda repercute en un incipiente foco de atención para padres y educadores.
La inmersión de los jóvenes en el mundo digital se erige como uno de los temas principales a los que el mundo educativo debe mirar con atención. La extendida alfabetización digital forma parte del entresijo vivencial de nuestras sociedades.
Un correcto seguimiento y una adecuada atención al sentido común, pueden favorecer tanto la experiencia como explotación del mundo sin límites que configura internet. La red es un espacio viral potencialmente llamado a cubrir, sobre todo, espacios de comunicación, que en un mundo globalizado como en el que nos encontramos permite acortar distancias y acercar información de manera rápida y eficaz. De este aspecto también se sirven las grandes compañías –y no tan pequeñas- para orientar sus campañas publicitarias y atacar a sus potenciales clientes.
El papel del educador y por extensión el de las familias, es el de orientar su uso de una forma adecuada, atendiendo al cuidado. Como es bien sabido, tampoco en la red se hace un uso ético de internet. ¿Qué es la ética del cuidado?, ésta es un espacio de estudio e investigación iniciada por la psicóloga Carol Gilligan en 1982, mediante el cual se plantea la necesidad de atender al correcto desarrollo moral de las personas respetando su libertad y derechos. Dice el refrán que es mejor prevenir que curar. En efecto, el refranero es sabio, mas por ello es, en muchas ocasiones necesario, reflexionar sobre el nivel de interacción que como educadores y/o padres plasmamos en nuestros roles.
Abogar por un asesoramiento pertinente, que atienda de forma radical a los jóvenes no tiene porqué ser una tarea tediosa. Configurar momentos de aprendizaje en el uso de las herramientas digitales, debe, hoy, formar parte de la educación y formación de las personas. Explicar, ayudar, guiar, orientar, incluso consensuar con los jóvenes el para qué y el por qué del uso de los entornos virtuales, es una tarea que sin duda mejorará tanto la experiencia como el desarrollo integral de los mismos. El crecimiento como foco, atendiendo cuidadosamente al mismo, debe ser considerado con especial interés desde la propia tarea educativa y formativa de los más jóvenes.